Yo creo que el problema comienza con el corazón humano. No podemos culpar a Dios por la destrucción de este mundo. Hay que culpar a nosotros mismos. Tenemos el pecado en nuestros corazones, queremos hacer daño a la otra.
Necesitamos una nueva naturaleza en nuestra alma.
Así que Jesús murió en la cruz y la muerte conquistado. Si una persona se arrepiente de sus pecados y seguir a Jesús. Entonces esa persona va a tener una nueva alma.
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